Yo vengo a contarles la historia, la historia de un hombre que nunca vivió, un hombre que soñó con ser amado vivir enamorado del mundo y del amor. Un hombre que luchó, la vida entera, por un horizonte lejano y mejor, un hombre que perdió mil primaveras por quedar a la espera de una pobre ilusión. Hasta que un día le golpearon a la puerta, corrieron, ella y el pequeño, sin pensar, que en la noticia la esperanza estaba muerta
y unos centavos le tendrían que bastar. Par educar y hacer feliz a su pequeño, para educarlo como un hombre de valor y aquellas manos, pequeñitas, se volvieron manos de obrero sin pasado y sin rencor. Y aquí la historia yo termino, el hombre, en el hijo, de nuevo vivió /y usted que lo conoce, o es él mismo, sabrá el final del cuento que un día me contó/ bis.