Cuando madre ausentaba Su voz magisterio Trepábamos corriendo En busca de los frutos Del naranjo más alto Y al bajar, los heridos Lloraban entre risas Sorbiendo el jugo ardiente Qué bendita esa voz De madre que gritaba Ahora que el silencio Se anuncia entresilbando Como una garza mora Y ahora que ya padre No sale al campo solo Qué triste su sombrero Los loros perseguidos Me llaman a esa tarde Qué desencuentro ahora Que estoy solo en mis cosas
Que me tapa la ropa Y el naranjo, el más alto De mis días de entonces Es memoria y ceniza Qué no traje de aquello A este gris cementerio Que no me quite sombras Derramando en mi cara Su alimento de luces Y su remedio santo Que no me lave el ánimo En un ascenso súbito Qué bendita esa voz De madre que gritaba Ahora que el silencio Se anuncia entresilbando Como una garza mora Y el naranjo, el más alto De mis días de entonces Es memoria y ceniza