Con todas las maneras de acostumbrarse a vivir del pasado y de los recuerdos con la sonrisa incierta como estandarte y todo el sol de Cuba por su cabello. Con esa forma suya de no quererse de abandonarse al flujo de las mareas el ala ya sin cielo de no atreverse y el aire del caribe para su acera. ¡Uruguaya! Te llegará el invierno que no mate el retoño que ha nacido adentro ¡Dale tu voz, dale tu piel, tu alma para que no marchite tus entrañas!
¡Uruguaya! Que la desesperanza no encuentre tibio un lecho donde esperar el alba. La veo ir y volver bordoneando el puerto hasta ceder su ruido al de los motores al tacto del asfalto perdió la huella jamás sabrá a quien huye y de que se esconde. La veo ir y volver y la envuelve el humo hundiéndose en el hueco que deja al aire con esa forma suya de no atreverse con ese modo suyo de acostumbrarse.