El privilegio de la soledad de un hombre solo no es más que estarse con uno mismo y andar despacio. un soliloquio en la quietud y en el misterio de no estar tú sin rendir cuentas a la alegría ni a los demonios. El privilegio de la soledad es más bien poco estar conmigo dentro de mí de vez en cuando. un exorcismo de la humildad sin los rezagos de la piedad el privilegio de la soledad no tiene apodos.
Es volverse música y resplandor despeñadero y rumor sentirse noche y paloma. amar a un hombre o a una mujer sin preguntar lo que debió ser el privilegio de la soledad no se cuestiona. El privilegio de la soledad nos obsesiona con un furor casi demencial e incomprendido. nos falta a veces por no exigirlo por no robarlo, o por omitirlo el privilegio de la soledad ni se menciona.