Será que lo amaba inexplicablemente que le dio por ser la obligada sombra que se descosía por detrás de él. Empujo hacía afuera todas las pasiones, le dedico tiempo, esfuerzo y para bien. y aunque desató cada resorte noble él, desprevenido, no lo quiso ver. Será que lo amaba irremediablemente que se volvió andén y cabalgadura para su andadura, su angustia, su sed. Cada antojo suyo encontraba cobijo,
- tan libre amor se llega a merecer - pero tanto se hizo costumbre exigirlo que él, desprevenido, no lo quiso ver. Será que lo amaba irrazonablemente que se armó de ayer, forja de herradura, trueno y levadura por ir tras de aquel. Y ante el poco caso se inventó un suicidio, pactó con el fuego y se lo dio a saber! Pero andaba el hombre tan desprevenido que se encerró en sí mismo y no lo quiso ver.