¿Cómo conservar la energía y el rostro apacible de las inocencias? ¿Cómo conservar la impaciencia sin rondar el borde de las herejías? ¿Cómo remendarme la herida si no tengo el faro de tu incandescencia? ¿Y cómo repetir la experiencia sin tener la llama que me encendería? ¿Cómo concebir la armonía entre tus arranques y mis sutilezas? ¿Y como empinar la cabeza con la carga inútil de tus lejanías? Si no te defiendo ¿qué me quedaría? Un afán vencido por la inconsecuencia, un injusto voto para la sentencia,
un amor que no retengo todavía. Si no te defiendo, ¿cómo calmaría tu sed de ternura y mis decadencias tu pueril deseo, mis ambivalencias? Si no te defiendo ¿qué me quedaría? ¿Dónde quedará la alegría si no pongo el alma sobre la conciencia? ¿Cómo asimilar la inclemencia de los tiempos duros y los malos días? ¿Dónde está mi soberanía si olvido las llaves de las imprudencias? ¿Y cómo corregir la vehemencia si me obligo el paso a la monotonía?.